sábado, 18 de junio de 2011

¿Es posible o eficaz la resocialización de ciertos delincuente?

Uno de los efectos no del todo comentado sobre el escándalo de corrupción que hoy conmueve a la opinión pública argentina, tiene que ver con un asunto no menor: la verdadera posibilidad o eficiencia de resocialización de ciertos delincuentes.


En este sentido, sabemos que tanto el artículo 18 de la Constitución Nacional de Argentina que dispone que "Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas..."; como diversos institutos incluidos en las leyes fundamentales de cientos de países del mundo, recogen de forma implícita o explicita el principio de la resocialización de las penas.

Sin embargo, también sabemos que las nobles aspiraciones de todas estas legislaciones fundamentales, chocan permanentemente con los datos de la experiencia cotidiana.

De una parte, las cárceles de buena parte de los países del mundo, distan de ser un escenario propicio para la resocialización del delincuente. Tanto la ONU como diversos organismos de derechos humanos, advierten desde hace años periódicamente sobre la alarmante situación de la población carcelaria mundial. Pues, además de las pésimas condiciones, las vejaciones y torturas en que mayormente vive la población carcelaria mundial, como también se advertido hasta el cansancio, muchos presidios y correccionales, no constituyen otra cosa que verdaderas universidades para profesionalizar el “arte y oficio” de la delincuencia.





Pero también se da el caso, probablemente minoritario, de presidiarios que habiendo entrado sin mayores perspectivas o instrucción, salen de las cárceles con una segunda oportunidad y un diploma bajo el brazo.


Asimismo, se discute desde hace años sobre la posibilidad o incluso eficiencia de re-socializar a asesinos múltiples, violadores, terroristas, parricidas...

Tal es el caso de Schoklender y su hermano, quienes luego de haber sufrido una condena a cadena perpetua por asesinar a sus padres en 1981; gracias a leyes que computan como dobles los años pasados sin condena, finalmente lograron la libertad. Y que, de la mano de las madres de plaza de mayo, también ganaron la posibilidad de reinsertarse en la sociedad y lograr su sustento contribuyendo a una justa causa.

Siendo que Sergio, recibido de abogado en prisión, fue apoderado plenipotenciario de la Asociación Madres de Plaza de Mayo hasta que estalló el escándalo.

El de los hermanos Schoklender, vino a ser, pues, durante mucho tiempo, el caso argentino paradigmático de la cumplida promesa de la resocialización del delincuente.

Y tanto como las denuncias por malversación de fondos y estafas millonarias de su parte, han contribuido -acaso injustamente- a empañar también hoy el nombre de quienes patrocinaron tan noble causa pero colocaron a dos parricidas para dirigir tan magno proyecto; este caso, también quizás injustamente, comienza asimismo a poner en tela de juicio la verdadera posibilidad y eficacia de resocializar a ciertos delincuentes.

¿Otro caso de pago de justos por pecadores? ¿Es posible o eficaz resocializar a individuos capaces de cometer tan graves delitos?

Los incombustibles hermanos Schoklender, vuelven a plantearnos este antiguo debate.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Taringa como amenaza a la comunidad y al legítimo derecho a copia privada

A propósito del reciente fallo en contra del sitio Web Taringa, me parece lo que los defensores de este sitio no comprenden, es la gravedad de tolerar o defender a un sitio cuyo verdadero objeto no es compartir, sino llanamente: lucrar con la propiedad ajena, amenazar a las comunidades y poner en tela de juicio el legítimo derecho a la copia privada.

En efecto, independientemente de las discutibles formas del fallo judicial, Taringa no tiene ninguna finalidad altruista o objeto social alguno. Taringa abusa del derecho a copia privada que a todos nos corresponde para sus propios fines. Pues su finalidad, no es como ingenuamente dicen muchos, compartir; sino obtener beneficios económicos por la intermediación entre el usuario y el contenido sujeto a copyright.

Ciertamente: si no fuese por los vínculos a bienes con copyright, Taringa no sería nada, ni existiría siquiera tal vez como comunidad. Ya que su única ventaja o mérito competitivo es lucrar con la propiedad de otros y su único know how es evadir la ley. Constituye Taringa, en este sentido, una amenaza en contra de otras comunidades virtuales cuyo verdadero objeto -independientemente de las formas- es crear valor social: no destruirlo con la excusa del derecho a copia privada y la exención de toda responsabilidad.

Por eso es una zonzera comparar Taringa con Google, por ejemplo, cuyo modelo de negocio o sustentabilidad como empresa no depende de indexar paginas con contenido sujeto a copyright: sino de indexar toda la información del mundo; entre cuyas paginas, claro, inevitablemente se encuentran algunas de este tenor. Siendo distinto el caso de Taringa, donde la comunidad se encuentra estructurada en torno a esta finalidad.

Asimismo es una estupidez defender a Taringa como un simple sitio social. Las finanzas de Taringa no provienen exclusivamente de donaciones; sino de la publicidad. El objeto de lucro, pues, trasciende el derecho de la copia privada y por ello es falaz la excusa de ser agentes intermedios sin ningún interés en la promoción de tales hipervínculos sujetos a copyright.

Distinto y más legítimo seria el caso de una página que hiciese lo mismo que Taringa pero que utilizase los recursos exclusivamente para mantenerse online. Utilizando el excedente para redistribuirlo, aplicarlos a fines sociales o donarlo a obras de caridad. Que para eso justamente se encuentran las asociaciones civiles u organismos no gubernamentales con sus respectivos marcos jurídicos y obligaciones que impiden la discrecionalidad que caracteriza a las empresas mercantiles.

Me parece que la gente que defiende a Taringa tendría que empezar a pensar, entonces, que hacer millonarios a un par de sujetos que entorpecen la recaudación de los Estados en materia de impuestos derivados de la venta de productos y servicios sujetos a propiedad intelectual; no es un chiste, si no, en cambio, un verdadero atentado en contra del derecho a la copia privada y la comunidad.

No hablamos, pues, de defender los bolsillos de las empresas, si no los derechos de cada individuo. Ya que, en la medida que las actividades de sitios como Taringa sean equivocadamente equiparadas a las de cualquier otro sitio o medio en el que se ejerce el derecho a copia privada pero que no tienen por objeto el lucro, este legítimo derecho a copia privada comenzará a perder vigor.

En igual sentido, por mucho que podamos decir que el Estado y los gobiernos son una lacra; son, mal nos pese, indispensables para el cumplimiento de fines como la seguridad, el trabajo y la salud.

De modo, pues, que en vez de pensar engañosamente que cada vez que se baja un programa o un disco de un sitio como Taringa estamos perjudicando a un empresario al que le sobra dinero; tenemos que empezar a pensar que realidad estamos beneficiando a otra clase de “empresarios” incluso mucho peores que aquellos a los que se pretende aleccionar. “Empresarios” estos como los de Taringa que no dan trabajo, prácticamente no tributan impuestos, que evaden las leyes bajo las que todos vivimos y que no tienen ningún grado de responsabilidad social.

Si quieren un Taringa legítimo, transfórmenlo, pues, en una organización para el bien común. O, caso contrario, vayan a reclamarle a los dueños de Taringa: trabajo, salud, educación y seguridad, no sólo para ustedes –los que lo defienden-, sino para los que verdaderamente lo necesitan.

domingo, 20 de marzo de 2011

Salud, deporte y tecnología

Una de las críticas más frecuentes que se hacen a las nuevas tecnologías es la promoción de un estilo de vida sedentario y poco saludable. Son, en efecto, innumerables las investigaciones científicas que subrayan esta relación entre uso y abuso de nuevas tecnologías, y la disminución del ejercicio físico, las actividades al aire libre y la práctica de deportes. La ausencia de ejercicio –dice uno de estos estudios- se va acentuando progresivamente y afecta cada vez a edades más tempranas.[1] Circunstancia ésta que pone al organismo de los más pequeños y también de adultos en situación vulnerable frente a enfermedades coronarias y enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico y un sinnúmero de patologías psicológicas como el aislamiento, trastornos obsesivos compulsivos y carácter violento.

Consientes de esta negativa promoción del sedentarismo que las nuevas tecnologías parecen estimular; muchos fabricantes de dispositivos –particularmente de videoconsolas-, se decantaron por fabricar artilugios capaces de simular ejercicios o actividades deportivas. Sin embargo, tan buena como fuese su intención, nuevos estudios advierten que estas nuevas videoconsolas que simulan actividades deportivas como jugar al tenis, boxear o correr, no sólo no constituyen un sustitutivo del deporte ni reducen el sedentarismo o la obesidad; sino que, en mayor o menor medida, ponen a los menores en situaciones de elevado estrés perjudiciales para su salud.[2]

Si bien no aparecen como injustificadas, puesto que quienes pasamos muchas horas frente al ordenador muchas veces echamos en falta el contacto con la naturaleza y experimentamos las funestas consecuencias de esta ausencia de ejercicio regular (problemas visuales, esqueléticos y musculares, embotamiento); parece, cuanto menos, una ingenuidad creer que son las nuevas tecnologías las responsables del problema en cuestión. Igualmente, parece algo malicioso subrayar que los fabricantes de videoconsolas que simulan actividades deportivas pretendan sustituir la actividad deportiva. Al menos en lo particular, jamás he encontrado ninguna publicidad de videoconsola que pretenda tal cosa. Cuanto más, suelen argumentar que representan un avance frente a la situación anterior; pero de ningún modo un sustitutivo del deporte.

Por lo demás: desde hace mucho tiempo sabemos que los medios, herramientas e instrumentos son sólo eso, y, por ello, que última instancia es la voluntad y la capacidad racional de quien los emplea quien los vuelve perjudiciales o provechosos. Asimismo, sabemos que no son precisamente los ordenadores o las consolas las que inauguraron esta costumbre humana de tumbarse y permanecer casi inmóvil en una poltrona durante muchas horas. En efecto: teniendo en cuenta lo que habitualmente estos estudios o investigaciones consideran nuevas tecnologías, la televisión no puede venir a caracterizarse como una de ellas, y, sin embargo, desde hace décadas retiene a las personas en sus sofás o sillones. De igual suerte, con todo lo provechoso que pueda resultar para el intelecto, como actividad igualmente sedentaria, pasarse muchas horas leyendo; no deja, sin embargo, de resultar perjudicial en lo que respecta a esta brecha negativa entre la ingesta y el gasto calórico que caracteriza a nuestros tiempos.

En igual sentido, y para desmitificar un poco este funesto rol de Némesis de la salud que habitualmente se le achaca a las nuevas tecnologías; conviene, además, reseñar que -aunque poco promocionados entre los consumidores promedio- existen en el mercado una multitud de programas, comunidades, dispositivos tecnológicos y artículos electrónicos encaminados no sólo a promover y controlar la salud, organizar y estudiar la propia actividad física y mejorar la práctica de deportes; sino, también a detectar y evitar problemas de salud durante y después del ejercicio. Problemas de salud que, de otra suerte, muchas veces pasarían inadvertidos porque se presentan sólo bajo determinadas circunstancias, como por ejemplo el esfuerzo físico.

Efectivamente, revisando el blog de Garmin para encontrarle nuevas funcionalidades a mi Forerrunner, hace algunos días, me encuentro, por ejemplo, con el testimonio de Jason Mckee, corredor habitual de largas distancias que gracias al monitor cardíaco que incorporan algunos relojes pulsímetro de ésta marca, descubrió la extraña y grave afección cardíaca que padecía.[3] Creyendo en principio que los picos periódicos de 260 pulsaciones por minuto que se presentaban en sus carreras obedecían a un malfuncionamiento del monitor cardíaco; igualmente Mckee consultó a un cardiólogo. Resultando finalmente que el monitor cardíaco no se encontraba descompuesto sino que estos picos irregulares obedecían a que el usuario padecía un síndrome coronario denominado Wolff-Parkinson-White (WPW).

Como vemos, a veces la tecnología salva. O promueve el ejercicio escrupuloso de un deporte y la actividad física responsable. Desde hace algunos años, en efecto, se vienen popularizando una miríada de dispositivos tales como relojes pulsímetros, tensiómetros, medidores personales de glucosa y colesterol en sangre, balanzas para uso personal para estimar composición corporal, y una serie de instrumentos domésticos capaces de darnos una clara idea de cuál es nuestro estado de salud, mejorar el rendimiento y alentarnos en la practica deportiva. Artilugios que ciertamente constituyen un estímulo para todos nosotros: los freaks, Nerds, geeks y otros tecnófilos que incluso en los parques echamos en falta pantallas, cifras, estadísticas y ordenadores.

En este sentido, mortifica un poco confesarlo, pero no ha sido solamente la promesa de salud y el placer de hacer ejercicio lo único que me ha devuelto desde hace unos meses al running o a los circuitos de MTB; sino, ciertamente, también el enorme atractivo que ejerce en mi psicología la capacidad de censar y saber a ciencia cierta qué es lo que he hecho mientras corría a pata suelta o pedaleaba como loco. Desde luego que, puestos a hacer ejercicio, lo importante sigue siendo el puro mover las manos y/o las piernas. Sin embargo, resulta tremendamente adictivo terminar de correr o de montar en bicicleta, llegar a tu domicilio y descargar todos los datos no sólo para solazarte con lo mucho bueno que has hecho por tu salud y estado físico, sino para competir contigo mismo o tu virtual partner y compartir con tus amigos y conocidos nuevas rutas, paisajes, encuentros y performances deportivas.

Mención aparte, en este aspecto, merece la incorporación de la tecnología de posicionamiento global a los deportes y las actividades físicas. Introducción de esta tecnología por medio de relojes, zapatillas y otros dispositivos que ha favorecido la proliferación de excelentes programas como SportTracks y comunidades en línea como Motion based (hoy Garmin Connect), Wikiloc o Gpsies. Herramientas con un grado de complejidad asombroso que te permiten no sólo planificar y compartir rutas, armar la inteligencia logística de un paseo, precisar la dificultad de un track, incorporar planes de entrenamiento y tener un registro completo de tus carreras a pie o salidas en bicicleta; sino tambien rastrear tus progresos físicos, ponerte metas y verte en la necesidad de cumplirlas, estimar el tiempo de duración de los materiales utilizados durante la práctica deportiva, registrar la ruta que has hecho y verla en Google Earth o o realizar un minucioso seguimiento de tu actividad física y los factores medioambientales en las cuales se desarrolla.

Quería, pues, por medio de este post, desmitificar un poco esa lamentable asociación entre nuevas tecnologías y sedentarismo o mala salud que algunos se empeñan en difundir sin matices. Compartir estas novedades con todos aquellos que no las aprovechan o conocen en detalle, y que, la próxima vez que vayan a una tienda electrónica escogerán alguno de estos dispositivos y no algún otro que le condene a pasar horas inmóvil frente a la pantalla. Así, pues, querido lector, si eres un tecnófilo empedernido, ya no hay excusa para quedarte sentado durante horas frente a una pantalla. Al menos no, antes de haber hecho tus ejercicios.