domingo, 20 de marzo de 2011

Salud, deporte y tecnología

Una de las críticas más frecuentes que se hacen a las nuevas tecnologías es la promoción de un estilo de vida sedentario y poco saludable. Son, en efecto, innumerables las investigaciones científicas que subrayan esta relación entre uso y abuso de nuevas tecnologías, y la disminución del ejercicio físico, las actividades al aire libre y la práctica de deportes. La ausencia de ejercicio –dice uno de estos estudios- se va acentuando progresivamente y afecta cada vez a edades más tempranas.[1] Circunstancia ésta que pone al organismo de los más pequeños y también de adultos en situación vulnerable frente a enfermedades coronarias y enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico y un sinnúmero de patologías psicológicas como el aislamiento, trastornos obsesivos compulsivos y carácter violento.

Consientes de esta negativa promoción del sedentarismo que las nuevas tecnologías parecen estimular; muchos fabricantes de dispositivos –particularmente de videoconsolas-, se decantaron por fabricar artilugios capaces de simular ejercicios o actividades deportivas. Sin embargo, tan buena como fuese su intención, nuevos estudios advierten que estas nuevas videoconsolas que simulan actividades deportivas como jugar al tenis, boxear o correr, no sólo no constituyen un sustitutivo del deporte ni reducen el sedentarismo o la obesidad; sino que, en mayor o menor medida, ponen a los menores en situaciones de elevado estrés perjudiciales para su salud.[2]

Si bien no aparecen como injustificadas, puesto que quienes pasamos muchas horas frente al ordenador muchas veces echamos en falta el contacto con la naturaleza y experimentamos las funestas consecuencias de esta ausencia de ejercicio regular (problemas visuales, esqueléticos y musculares, embotamiento); parece, cuanto menos, una ingenuidad creer que son las nuevas tecnologías las responsables del problema en cuestión. Igualmente, parece algo malicioso subrayar que los fabricantes de videoconsolas que simulan actividades deportivas pretendan sustituir la actividad deportiva. Al menos en lo particular, jamás he encontrado ninguna publicidad de videoconsola que pretenda tal cosa. Cuanto más, suelen argumentar que representan un avance frente a la situación anterior; pero de ningún modo un sustitutivo del deporte.

Por lo demás: desde hace mucho tiempo sabemos que los medios, herramientas e instrumentos son sólo eso, y, por ello, que última instancia es la voluntad y la capacidad racional de quien los emplea quien los vuelve perjudiciales o provechosos. Asimismo, sabemos que no son precisamente los ordenadores o las consolas las que inauguraron esta costumbre humana de tumbarse y permanecer casi inmóvil en una poltrona durante muchas horas. En efecto: teniendo en cuenta lo que habitualmente estos estudios o investigaciones consideran nuevas tecnologías, la televisión no puede venir a caracterizarse como una de ellas, y, sin embargo, desde hace décadas retiene a las personas en sus sofás o sillones. De igual suerte, con todo lo provechoso que pueda resultar para el intelecto, como actividad igualmente sedentaria, pasarse muchas horas leyendo; no deja, sin embargo, de resultar perjudicial en lo que respecta a esta brecha negativa entre la ingesta y el gasto calórico que caracteriza a nuestros tiempos.

En igual sentido, y para desmitificar un poco este funesto rol de Némesis de la salud que habitualmente se le achaca a las nuevas tecnologías; conviene, además, reseñar que -aunque poco promocionados entre los consumidores promedio- existen en el mercado una multitud de programas, comunidades, dispositivos tecnológicos y artículos electrónicos encaminados no sólo a promover y controlar la salud, organizar y estudiar la propia actividad física y mejorar la práctica de deportes; sino, también a detectar y evitar problemas de salud durante y después del ejercicio. Problemas de salud que, de otra suerte, muchas veces pasarían inadvertidos porque se presentan sólo bajo determinadas circunstancias, como por ejemplo el esfuerzo físico.

Efectivamente, revisando el blog de Garmin para encontrarle nuevas funcionalidades a mi Forerrunner, hace algunos días, me encuentro, por ejemplo, con el testimonio de Jason Mckee, corredor habitual de largas distancias que gracias al monitor cardíaco que incorporan algunos relojes pulsímetro de ésta marca, descubrió la extraña y grave afección cardíaca que padecía.[3] Creyendo en principio que los picos periódicos de 260 pulsaciones por minuto que se presentaban en sus carreras obedecían a un malfuncionamiento del monitor cardíaco; igualmente Mckee consultó a un cardiólogo. Resultando finalmente que el monitor cardíaco no se encontraba descompuesto sino que estos picos irregulares obedecían a que el usuario padecía un síndrome coronario denominado Wolff-Parkinson-White (WPW).

Como vemos, a veces la tecnología salva. O promueve el ejercicio escrupuloso de un deporte y la actividad física responsable. Desde hace algunos años, en efecto, se vienen popularizando una miríada de dispositivos tales como relojes pulsímetros, tensiómetros, medidores personales de glucosa y colesterol en sangre, balanzas para uso personal para estimar composición corporal, y una serie de instrumentos domésticos capaces de darnos una clara idea de cuál es nuestro estado de salud, mejorar el rendimiento y alentarnos en la practica deportiva. Artilugios que ciertamente constituyen un estímulo para todos nosotros: los freaks, Nerds, geeks y otros tecnófilos que incluso en los parques echamos en falta pantallas, cifras, estadísticas y ordenadores.

En este sentido, mortifica un poco confesarlo, pero no ha sido solamente la promesa de salud y el placer de hacer ejercicio lo único que me ha devuelto desde hace unos meses al running o a los circuitos de MTB; sino, ciertamente, también el enorme atractivo que ejerce en mi psicología la capacidad de censar y saber a ciencia cierta qué es lo que he hecho mientras corría a pata suelta o pedaleaba como loco. Desde luego que, puestos a hacer ejercicio, lo importante sigue siendo el puro mover las manos y/o las piernas. Sin embargo, resulta tremendamente adictivo terminar de correr o de montar en bicicleta, llegar a tu domicilio y descargar todos los datos no sólo para solazarte con lo mucho bueno que has hecho por tu salud y estado físico, sino para competir contigo mismo o tu virtual partner y compartir con tus amigos y conocidos nuevas rutas, paisajes, encuentros y performances deportivas.

Mención aparte, en este aspecto, merece la incorporación de la tecnología de posicionamiento global a los deportes y las actividades físicas. Introducción de esta tecnología por medio de relojes, zapatillas y otros dispositivos que ha favorecido la proliferación de excelentes programas como SportTracks y comunidades en línea como Motion based (hoy Garmin Connect), Wikiloc o Gpsies. Herramientas con un grado de complejidad asombroso que te permiten no sólo planificar y compartir rutas, armar la inteligencia logística de un paseo, precisar la dificultad de un track, incorporar planes de entrenamiento y tener un registro completo de tus carreras a pie o salidas en bicicleta; sino tambien rastrear tus progresos físicos, ponerte metas y verte en la necesidad de cumplirlas, estimar el tiempo de duración de los materiales utilizados durante la práctica deportiva, registrar la ruta que has hecho y verla en Google Earth o o realizar un minucioso seguimiento de tu actividad física y los factores medioambientales en las cuales se desarrolla.

Quería, pues, por medio de este post, desmitificar un poco esa lamentable asociación entre nuevas tecnologías y sedentarismo o mala salud que algunos se empeñan en difundir sin matices. Compartir estas novedades con todos aquellos que no las aprovechan o conocen en detalle, y que, la próxima vez que vayan a una tienda electrónica escogerán alguno de estos dispositivos y no algún otro que le condene a pasar horas inmóvil frente a la pantalla. Así, pues, querido lector, si eres un tecnófilo empedernido, ya no hay excusa para quedarte sentado durante horas frente a una pantalla. Al menos no, antes de haber hecho tus ejercicios.