Hace algún tiempo, precisé abrir una cuenta en el banco Santander Río de Argentina. Preocupado por la actual ola delictiva relacionada con los asaltos post extracción bancaria en mi país, decidí, además, informarme sobre el costo del servicio de transferencias bancarias. La sorpresa fue grande cuándo el banco aceptó rápidamente perderme como cliente antes que proporcionarme esta vital información solicitada. No es extraordinario que hayan rechazado mi solicitud: a más de que no muevo millones, tanto las instituciones bancarias como otras empresas, desde hace años nos vienen obligando a elegir entre volver a la edad de piedra o aceptar sus arbitrarios contratos.
Pese a las mentadas leyes a favor del consumidor, lamentablemente muchas empresas siguen negando de plano cualquier información relevante para el consumidor. Problema que, en el caso de las instituciones bancarias, tiene como consecuencia no sólo la habitual sobrefacturación, sino la vida y salud misma de sus clientes o usuarios. En efecto: a partir del caso de Carolina Piparo, una mujer que perdió su embarazo al ser interceptada y baleada por delincuentes luego de realizar una extracción bancaria (modalidad delictiva conocida como salidera bancaria); en estos últimos días, se discute intensamente en la Argentina sobre la seguridad de los usuarios de servicios bancarios. Sobre la seguridad, ya no de los dineros depositados dentro de los establecimientos bancarios (que también tiene su problemática), sino, de la elemental seguridad física de los individuos que extraen efectivo en bancos y otras instituciones.
A la luz del azote que significan estas nuevas modalidades delictivas relacionadas con la poca discreción con que se maneja la información sobre la actividad bancaria de un individuo, parece cuanto menos curioso que antes de pergeñar mil y una leyes para frenar a estos “furtivos” delincuentes, muchos legisladores y analistas de seguridad que por toda solución recomiendan no portar efectivo; no se pregunten, en cambio, lo más sencillo. No se pregunten, porqué, a pesar de la enorme probabilidad que tienen de resultar victimas de un ilícito y las muchas alternativas tecnológicas que tienen para evitarlo, muchas personas de todo el mundo siguen prefiriendo circular con grandes cantidades de dinero en efectivo.
Efectivamente: mientras en algunos países como Suecia se aboga por la eliminación del efectivo, la mayoría del planeta sigue prefiriéndolo. El volumen de billetes y monedas sigue creciendo en todo el mundo, y en la época actual ambos circulan en mayor número que en cualquier momento de su historia. Según el Banco Central Europeo, durante el año 2009, la fabricación de billetes se elevó a 10.900 millones de unidades, esto supone un aumento del 41% respecto a la del año anterior. Y diferentes estudios han demostrado que más del 50% de las personas prefiere pagar con billetes y monedas. Según un informe publicado en el Banking Automation Bulletin, de mayo de 2009, cerca del 79% de los pagos efectuados en Europa (307.000 millones de transacciones) se realizan en efectivo.
Pese a su simpleza, pues, la respuesta a esta interrogante sobre los motivos de la preferencia del efectivo no resulta sencilla. Pues esta costumbre obedece a variadas razones. Algunas de ellas relacionadas con la supina irresponsabilidad con que se manejan las instituciones financieras, y otras, relacionadas con la habitual representación algo idealista o ingenua que se hace del ciudadano o cliente promedio.
1) Inseguridad jurídica: a partir de las debacles financieras de estos últimos años, los ciudadanos de muchos países del mundo han tenido la desgracia de experimentar en carne propia cómo la declamada solidez de las instituciones bancarias y de los sistemas financieros es poco menos que una entelequia. Han podido comprobar cómo cualquier institución financiera o bancaria, puede, en complicidad con el Estado donde se halla establecida, desaparecer o retenerle el producto de su trabajo fácilmente y con casi nula consecuencia jurídica. De suerte, pues, que frente a esta patente inseguridad, reaparece en el individuo la ancestral necesidad de verificar habitual contacto físico con el producto de su trabajo. Resultando finalmente tan fuerte esta necesidad de tocar el ahorro en estos países jurídicamente inseguros, como para prevalecer incluso frente al enorme riesgo estadístico de resultar victima de un ilícito relacionado con la portación de efectivo.
2) Precepción de mayor seguridad: los delitos digitales están dejando muy atrás al robo y a la falsificación de billetes y monedas en todo el mundo. El 60% de los fraudes financieros se debe a la falsificación de las tarjetas de crédito. Por su parte, la enorme discrecionalidad con que no sólo los bancos tradicionales, sino las tarjetas de créditos e instituciones de monedas virtuales, manejan sus negocios y fijan sus montos de comisión por movimiento dinerario, hacen que a pesar de los cientos de bondades que pueda ofrecer el dinero virtual, muchas personas sigan prefiriendo el efectivo.
Asimismo, la enorme complejidad que existe hoy en día para determinar la operatoria y naturaleza de cada de medio de pago, hace que la gente prefiera no complicarse la existencia con estas opciones. Entre el usuario promedio, todavía no sólo no está muy claro qué clase de empresas son paypal, dineromail, Western Union; sino qué clase de garantías brindan y qué condiciones imponen estos nuevos participantes.
3) Analfabetismo digital: en el siguiente video en el que expone magistralmente al mito del voto electrónico, Daniel Sentinelli, reconocido especialista argentino de seguridad informática, advierte con aserto el enorme absurdo de considerar la votación electrónica como necesidad en un escenario donde buena parte de la población a duras penas sabe emplear correctamente un cajero automático.
Siguiendo esta línea de pensamiento en la que se subraya la estupidez de querer dar solución a un problema del mundo real malogrando soluciones virtuales, parece asimismo un absurdo que en países donde mucha gente no sabe utilizar cajeros automáticos, se pretenda reemplazar el dinero en efectivo mediante el uso del homebanking, tarjetas o monedas virtuales. Ya que lo único que se lograría con esto es mudar de escenario al problema sin dar solución a lo que origina esta encrucijada: la falta de instrucción y educación, que es la que genera delincuentes, y la baja tasa de alfabetización tecnológica, que es la que genera víctimas de delitos informáticos e impide la sana popularización de estos medios.
4) El efectivo no falla: El efectivo no depende de otros recursos o componentes para realizar su función. Todo sistema de pago digital se basa en una serie de tecnologías e infraestructuras interconectadas para operar. En cambio, el efectivo funciona en todo momento y no tiene ningún índice de fracaso.
5) Favorece la privacidad: el efectivo sobrevive, en parte, gracias a que mantiene nuestra privacidad. "Su mayor ventaja, en una era electrónica, es que el dinero es anónimo y no nos dice nada respecto a dónde ha estado alguien", dice Strom.
6) Favorece la evasión: llegamos a la que, probablemente, sea la más antipática o menos políticamente correcta de las razones por las que mucha gente prefiere el efectivo y la opción de las monedas virtuales no logra popularizarse. La razón que probablemente promueva más opiniones encontradas. Razón que tiene que ver con la enorme proliferación de individuos, comerciantes y empresas, por lo demás muy honestos u honrados, que prefieren manejarse mayormente en efectivo o escogen medios de pago exclusivamente virtuales, no por la mayor o menor conveniencia que legítimamente puedan representar estas opciones, sino pura y exclusivamente por la menor trazabilidad impositiva que puedan ofrecer.
En efecto, esta costumbre de moverse sólo en efectivo y, como contrapartida, la proliferación de medios de pago virtuales abusivos o poco reglados tienen un punto en común: los fines poco claros que muchos persiguen con la utilización restrictiva de ambos. Decimos con esto: el hecho de que muchas empresas de monedas virtuales cobren la comisión que se les antoja, tiene que ver con la creciente ilicitud de los fines que muchas veces se persiguen con la utilización de ellas. Ya que triangular operaciones o saltarse impuestos aduaneros, ha dejado de ser cosa sólo de narcos, dealers, delincuentes o traficantes.
Hoy en día, efectivamente, con la popularización de Internet, muchos individuos ganan su dinero trabajando para empresas de un país, mientras consumen los productos de otro; muchas veces sin tributar nada en el país donde habitan. Y así la creciente operatoria fiscal irregular del comercio electrónico y la conducta de los participantes en sitios de subastas, como el micro contrabando y el trabajo offshore, impiden, pues, tanto que pueda superarse la necesidad del efectivo como estandarizarse la sana utilización de la moneda virtual.
Seguramente hay otras razones por las que la gente, a pesar de las alternativas, se sigue moviendo en efectivo incluso para grandes cantidades.
Si lo haces: ¿cuál es tu razón para hacerlo?
Fuentes: